La historieta de Quino publicada en la Revista del diario Clarín del domingo 12/9/93 presenta una mirada crítica sobre el poder mediático.
Un grupo de personas se reúnen en torno a un ángel que ha caído del cielo. Este acaba de ser apaleado por una muchedumbre que lo desconoce porque habla de valores que no reconocen como prioritarios pero sobre todo porque nunca lo habían visto en la televisión. El poder de la televisión, al igual que el resto de los medios, radica precisamente en la legitimación de lo que allí se muestra. El discurso de la gente coincide con el discurso mediático mientras que el ángel hablaba de cuestiones ajenas a los medios.
Esta historieta nos permite ver la omnipresencia de la televisión en la vida de la población, la capacidad para formar la opinión pública y la construcción de la idea de que si algo no está en los medios entonces no es parte de la realidad.
Esta imagen nos muestra la sacralidad que tiene el discurso mediático en cuanto a la construcción de imaginarios sociales. El ángel es visto como peligroso porque su discurso no coincide con el de los medios. María Cristina Mata1 dice, en su análisis de la cultura mediática, que así como los medios de comunicación masiva han participado en la construcción de los imaginarios colectivos en la constitución de las identidades nacionales, también han configurado “... los modos de acción pública: el diseño de reglas del decir que constituyeron hablantes legitimados y atentos oyentes; dirigentes y dirigidos ...”.
La gente que apaleó al ángel reconoce en la televisión un referente ideológico y, por lo tanto, su discurso es el válido o legítimo y aquello que la cultura mediática invisiviliza no lo reconoce y le desconfía. Una cultura mediática es aquella en la que las prácticas sociales y su representación pasan por su presencia en los medios. En el caso estudiado ese poder reside en el medio masivo por excelencia: la televisión.Publicado por Silvina
