Nos proponemos mostrar la incidencia de la tecnología en la vida a partir de textos literarios, artículos periodísticos, programas televisivos y películas. Presentamos las distintas miradas (apocalípticas, positivas, pragmáticas) sobre el futuro de la sociedad. Una sociedad que es parte de un sistema capitalista que se vale de las tecnologías de la comunicación para adaptar a los sujetos a su lógica y poder dominarlos pero que también puede ser una herramienta de acceso al conocimiento y de participación. También hacemos reflexiones y propuestas sobre los usos en la educación literaria de las nuevas generaciones.


02 julio 2010

¿Llegará la humanidad a odiar lo que ahora ama?

“Era tan agradable al principio. La sola idea de esas cosas, tan prácticas, era maravillosa. Eran casi juguetes con los que uno podía divertirse. Pero la gente fue demasiado lejos, y se encontró envuelta en una red de la que no podía salir, ni siquiera advertía que estaba dentro. Así que dieron a sus nervios otro nombre «La vida moderna», dijeron. «Tensión», dijeron.”
Albert Brock, el protagonista del cuento “El Asesino” del escritor Ray Bradbury, le cuenta a su psiquiatra los motivos por los cuales está prisionero. Enloqueció debido al exceso de tecnología que pretende facilitar la comunicación y mantener a todo el mundo entretenido todo el tiempo, pero lo que en algún momento le pudo parecer maravilloso terminó resultándole insoportable, por lo cual termina convirtiéndose en el “asesino” de toda aquella tecnología que se cruza por su camino. Luego de destruir uno a uno todos los aparatos electrónicos del trabajo, del auto y de su casa, termina por romper al elemento tecnológico que ocupa un espacio central:
“Luego fui y maté el televisor, esa bestia insidiosa, esa Medusa, que petrifica a un billón de personas todas las noches con una fija mirada, esa sirena que llama y canta y promete tanto, y da, al fin y al cabo, tan poco, y yo mismo siempre volviendo a él, volviendo y esperando, hasta que... ¡pum! Como un pavo sin cabeza, mi mujer salió chillando a la calle. Vino la policía. ¡Y aquí estoy!”
Así imagina Ray Bradbury cómo afectará la desmedida presencia de los elementos tecnológicos y el uso indiscriminado de los mismos a nuestra sociedad. El protagonista de este cuento enloquece cuando toma conciencia de que la tecnología lo ha invadido, no existe el silencio, y el ruido permanente anula la posibilidad de pensar.
Silverstone habla de la llamada “era de la información”, mientras que impulsa a muchos a formar parte de ella, también “deja a otros jadeantes y sin alientos como ebrios en la acera”[1]. Él explica que las tecnologías mediáticas son consideradas mágicas porque provocan una especie de “encantamiento” ya que nos relacionamos con ellas como si fueran algo sagrado y que esta relación está más mediada por la ansiedad que por la alegría. Nos provocan una dependencia total al punto de sentirnos desesperados por su ausencia: “¡Me muero si no tengo celular!”
Se considera que la tecnología surge como una necesidad social. Si bien trae solución a muchos problemas en la comunicación como acortar distancias, facilitar el trabajo y la vida doméstica, agilizar los tiempos en relación al trabajo y por lo tanto tener más tiempo para el ocio pero, por otra parte también las tecnologías pueden ser utilizadas como elementos de dominación que terminan alienando al hombre y quitándole su libertad. El uso excesivo y no racionalizado es el que puede llevar a lo que nos muestra Bradbury en su literatura, como la ausencia total de comunicación, la alienación por la exposición permanente a la imagen y el sonido, y en definitiva aquello que parecería que nos va a solucionar todos nuestros problemas y nos va a hacer felices para siempre termina produciendo la infelicidad.
A modo de conclusión y de propuesta podemos decir que un buen uso de la tecnología en la educación podría ser, la implementación de la realización de blogs de diferentes temáticas que permitan a los jóvenes utilizar un medio con el cual están familiarizados, para resignificar los conocimientos escolares que les puedan aportar un fin práctico y lo vinculen con su cotidianeidad. Es decir que puedan propiciar un aprendizaje significativo y de esta manera acercarlos al goce literario y relacionarlos con otros lenguajes tecnológicos.

[1] Silverstone, Roger. ¿Por qué estudiar los medios?